lunes, 27 de noviembre de 2017

Betis 2 - Girona 2 (13ª jornada de LaLiga)

BETIS (2): Adán; Rafa Navarro (Fabián, m. 82), Amat, Tosca, Durmisi; Guardado, Javi García, Camarasa (Sanabria, m. 60); Boudebouz (Tello, m. 60), Sergio León y Joaquín.
GIRONA (2): Bono; Ramalho, Juanpe, Muniesa; Pablo Maffeo, Granell, Timor (Douglas Luiz, m. 54), Aday Benítez (Mojica, m. 65); Portu, Stuani y Borja García (A. García, m. 91).
0-1, m. 46: Portu- 1-1, m. 85: Guardado. 1-2, m. 94: Portu. 2-2, m. 95: Tello.
Árbitro: Del Cerro Grande (Comité Madrileño). Amonestó a Granell, Durmisi, Javi García.
Buenas condiciones para el fútbol y público un tanto crítico hacia el equipo.

El mal partido del Betis ante un buen Girona ha abierto el debate sobre el modelo de juego de los béticos. Tal debate iba a llegar inexorablemente, antes o después, pero curiosamente lo ha hecho tras un partido en el que el equipo fue poco fiel a sus ideas y cuya extraña mecánica tuvo más que ver con la forma de defender del rival que con el estilo de juego verdiblanco.

Primera parte
Y es que no es ninguna novedad ni algo exclusivo de este Betis de Setién que el equipo abuse de los balones hacia Adán, sino más bien un vicio heredado; lo inhabitual, y muy usual en temporadas anteriores, es que el portero juegue tanto en largo, y lo peor es que esos balones se perdieron casi siempre.

Y es que en la primera parte el Girona llevó al extremo el principio de hacer jugar al rival a contraestilo; como el Betis gusta de tener el balón, le presionó muy arriba, hombre contra hombre y muy encima, para acortar al máximo las posesiones béticas y alejarlas de la portería catalana. Contra la opinión ahora general ni esta es la única forma de incomodar al Betis (por ejemplo el Getafe se replegó muy abajo, y el Eibar defendió con un bloque medio-alto con un dos contra tres arriba) ni garantiza el triunfo, porque evidentemente tal forma de jugar tiene sus riesgos: el desgaste físico y, sobre todo, abandonar a tus defensas al uno contra uno ante los delanteros rivales y con muchos metros a la espalda, algo peligrosísimo si el contrario logra zafarse de la presión por un medio u otro.

Esa presión uno a uno fue posible porque el esquema gerundense (3-4-3) se adaptaba como un guante al 4-3-3 bético, pues suele convertirse en un 2-1-4-3 en ataque); la única corrección fue que Stuani retrasaba levemente su posición para marcar (a veces, curiosamente, por delante) a Javi García.

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El Betis, por cierto, hacía algo semejante cuando el Girona tenía el balón, aunque las marcas no eran tan claras porque Javi García no siempre (a veces sí) se metía entre sus centrales en defensa para marcar a Stuani; esto, unido a la movilidad de los delanteros del Girona, provocó desajustes en los costados, por ejemplo cuando los laterales béticos tomaban a Portu o Borja García en lugar de a sus pares naturales, los carrileros. El Betis presionaba en general hombre a hombre pero a más distancia, para cerrar bien por dentro y correr así menos riesgos, y el Girona soltaba el balón en largo sin arriesgar demasiado.

Ante propuestas tan radicales como esa presión altísima del Girona hay, naturalmente, soluciones. Una de ellas es arriesgarse pese a todo a jugar por abajo, como hizo a veces el Betis, pero ello desembocó en posesiones consistentes en recepciones de interiores y extremos siempre de espaldas y con un rival pegado, con la consiguiente devolución hacia atrás y mucho riesgo, y sin más premio que cansar al rival. Con poca movilidad (de los diez jugadores apenas intentaban permutas los tres centrocampistas, a veces simplemente para que Adán buscase a Javi García por alto), el Betis acababa abocado al pelotazo de su portero, y aquí si se echó de menos un mejor trabajo para aprovechar esos balones: con el rival muy abierto y emparejado atrás uno a uno, un delantero que sepa peinar y bajar balones y dos extremos rápidos pueden provocar estragos en el sistema defensivo enemigo; por poner un ejemplo ilustre, el Bayern de hace un par de años, equipo posicionalista donde los haya habido, jugaba con frecuencia en largo hacia Lewandowski, con Robben y Ribéry en los costados. Pero Setién había dejado en el banquillo de nuevo a Sanabria y los extremos béticos, Joaquín y Boudebouz, eran una vez más jugadores con tendencia a pedirla a la corta y que casi nunca amenazan la espalda de los rivales. El resultado fue esta desoladora estadística de los balones largos de Adán. Obsérvense los balones hacia campo contrario:


Pese a todo el Betis ganó algunos rechaces y con el paso de los minutos (y el cansancio del Girona) fue logrando sacar algunos balones jugados, y entonces –en esto sí hizo bien– corrió para castigar el adelantamiento rival. Es significativo que fuese Guardado, siempre atento a aprovechar los espacios que dejan los extremos béticos cuando reciben muy atrás (una forma de permuta), quien se plantase un par de veces ante Bono. A cambio el Girona merodeó el área bética y cruzó balones hacia la zona de los centrales béticos, que una vez más se tragaron esa jugada en el 0-1.

Minutos 45 al 60
El Girona da un pasito atrás y retrasa unos quince metros su presión, lo que dificulta aún más la progresión bética y provoca contragolpes que acercan el 0-2.

Minutos 60 al 82
Setién mete velocidad: retira a Camarasa y retrasa a Joaquín a interior para tirar a León a la banda izquierda, a Tello a la derecha e introducir a Sanabria en punta. El juego mejora poco y el Girona, con un fresco Mojica en ese carril, hace mucho daño por la banda de Navarro.

Minutos 82 al final
Setién se ve obligado a tapar la vía de agua: coloca un teórico 4-3-3 que es ya un 4-2-3-1 en el que Amat es lateral derecho, Javi García central, Fabián y Guardado mediocentros y Joaquín un interior que es realmente mediapunta porque ya nunca baja. El equipo arriesga y sin buen fútbol sí va apurando a un cansado Girona que no se quiere meter atrás. En un final loco llegan tres goles.

Jugador por jugador
Adán: Debe mejorar en el toque de media distancia y largo. Muy bien bajo palos, aunque algo menos en las salidas.
Rafa Navarro: Muy mal en defensa; falto de ritmo, le pasaron como aviones. No aprovechó su oportunidad.
Amat: Se abrió y se ofreció muy poco en la salida de balón. En defensa poca presencia pero pocos fallos.
Tosca: Dejando a un lado su error en el 0-1, no ocupa el campo debido en un central. A falta de Feddal urge retrasar a García y meter a Camarasa de mediocentro.
Durmisi: La mejor noticia del partido es que ha vuelto. Ante la adelantadísima defensa del Girona profundizó por la izquierda como no lo hizo Joaquín. Su error final es ciertamente típica de su gran debilidad, pero si vuelve por sus fueros en ataque lo compensará.
Guardado: Arregló su flojo partido con el golazo de falta, precedido de un gran pase suyo. Impreciso en el toque y ante el gol.
Javi García: Su baja forma, junto a la de Guardado, tiene mucho que ver con la caída de rendimiento del equipo.
Camarasa: Sin estar en absoluto brillante fue el mejor del centro del campo. No se entendió muy bien su cambio.
Boudebouz: Soltó sus tres pases dañinos habituales, pero en partidos como el del sábado no se siente a gusto en el extremo. Si se adaptase al interior podría dar un salto.
Joaquín: Aunque mejoró en la segunda parte y perdió pocos balones, hizo un partido flojo, con escasa presencia. Deberá demostrar su liderazgo admitiendo una suplencia que sin duda ya merece.
Sergio León: Casi nunca ganó los pelotazos, y poco más le llegó.

Sanabria: Su sola presencia mejoró el ataque del equipo.
Tello: Su velocidad es imprescindible. Pese a que no suele ser fino con balón lo estuvo en grado sumo en el gol.
Fabián: Apenas tuvo minutos. Alguna fluidez.

Setién: El bajón del equipo tiene que ver con el de ciertos jugadores y con errores defensivos individuales –insinuados en su rueda de prensa–, pero también con su falta de flexibilidad táctica; sin tocar en absoluto el modelo de juego sí hay  que saber poner en el campo a tus mejores hombres y dar velocidad al equipo.

El detalle
La ausencia de Sanabria como titular es ya asunto misterioso. Tal vez se le quiera proteger de problemas físicos. Es difícil explicarlo de otro modo.

Los comentarios son siempre bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.

martes, 21 de noviembre de 2017

Eibar 5 - Betis 0 (12ª jornada de LaLiga)

EIBAR (5): Dmitrovic; Capa, Arbilla, Paulo Oliveira, Juncá; Iván Alejo (Rubén Peña, m. 76), Dani García, Escalante (Joan Jordán, m.69), Inui; Sergi Enrich (Kike García, m. 81) y Charles.
BETIS (0): Adán; Barragán, Mandi, Amat, Durmisi; Javi García; Joaquín (Sanabria, m. 62), Fabián, Camarasa (Boudebouz, m. 70), Nahuel (Guardado, m. 57); y Sergio León.
Goles: 1-0, m. 6: Amat, en propia puerta. 2-0, m. 30: Escalante. 3-0, m. 56: Charles, de penalti. 4-0, m. 71: Charles. 5-0, m. 80: Sergi Enrich.
Árbitro: González González (Comité Castellano-Leonés). Expulsó con roja directa a Mandi en el minuto 55. Amonestó a Amat, Escalante, Arbilla y Guardado.
4.600 espectadores en el estadio de Ipurúa, con presencia de seguidores verdiblancos, y buen césped.

El histórico ridículo hecho por el Betis esta noche en Eibar es el resultado de una tormenta perfecta que debe hacer reflexionar a los técnicos del Betis en diferentes niveles.

Atribuir el desastre al infortunio, a una expulsión o a las dificultades propias de jugar en un campo como Ipurua son argumentos débiles cuando te golea, ante pocos miles de personas, un equipo de escasa calidad, plagado de bajas y que había marcado seis goles en once jornadas. Y es que el Betis lo hizo casi todo mal, en defensa y en ataque, en lo técnico, lo psicológico y lo táctico.

Los problemas empezaron en la alineación y el esquema. Como muy recientemente hemos comentado aquí no es razonable que el modelo de juego de un entrenador se traduzca obligadamente en un determinado esquema de juego que condicione la elección de jugadores; tampoco –en un club, no lo olvidemos, de elite profesional– que los equilibrios de vestuario obliguen a dar oportunidades a jugadores que no han demostrado merecerlas. En suma, no es aceptable que Guardado (bien descansado, tanto como Fabián) y Sanabria vean el partido desde el banquillo mientras los Nahuel, Camarasa y Amat son titulares.

A mayor abundamiento, tales oportunidades no redundaron en una especial motivación del equipo que, un partido más, mostró fuera de casa una mentalización muy inferior a la de los encuentros en el Villamarín. La jugada del 1-0 es buena muestra de ello:


La indolencia de Barragán en la marca del hombre con balón, la facilidad con que Amat se deja ganar la espalda por Enrich, su inoperancia en el despeje y la lentitud de Adán en su intento de atajar un balón muy blando son señales inequívocas de que el Betis no estaba metido en el partido como los locales.

Si en lo técnico Setién renunciaba a su ventaja con la alineación y en lo psicológico el Eibar era superior, en lo táctico las cosas no pintaban mejor. Esa jugada revela algunos problemas ya vistos en partidos anteriores; uno de ellos, ya muy repetido, es el excesivo espacio que el 4-3-3 bético concede entre sus dos líneas de cuatro: obsérvese ahí la distancia entre el interior bético, Fabián, y el lateral Barragán (el extremo, Joaquín, ni aparece en el plano), y compárese con las ayudas constantes de los extremos eibarreses a sus laterales cuando eran encarados por los extremos béticos. Un segundo problema, ya mal resuelto ante el Espanyol, era la igualdad numérica de los centrales béticos ante los dos delanteros, muy conveniente además al estilo local de balones cruzados, y aprovechada en ese primer gol; ni Javi García auxilió a los defensores (más bien se tragó la marca en el 2-0) ni se aprovechó la superioridad numérica en el centro del campo para presionar.

Al atacar se repitieron también defectos conocidos. No es censurable, a nuestro entender, la voluntad de sacar la pelota jugada, ni excusa para cambiar de modo de juego que el campo sea tres metros más estrecho por cada banda. Pero sí es necesario aprovechar las ventajas obtenidas en cada línea para ganar tiempo y espacio.


Ante el 4-4-2 local –más o menos previsible, por antiguo y por propio de su estilo de juego, aunque no fuese la norma en el Eibar esta temporada– era necesario salir en conducción con limpieza del tres contra dos abajo –contra la sensación de muchos, el Eibar no fue a la presión alta hombre por hombre– y ganar los duelos en la segunda línea. Pues bien, un día más ni los centrales supieron poner en ventaja a los Joaquín, Fabián, Camarasa y Nahuel, ni estos ganaron jamás el uno contra uno a sus pares, de modo que la salida de balón del Betis acababa convertida en un absurdo tiquitaca. Apenas algún balón largo a León alborotaba el sistema defensivo eibarrés. La responsabilidad fundamental, ya señalada aquí muchas veces, es de esa segunda línea bética, y especialmente de unos interiores que ni saben pedirla donde hace daño, ni intercambian posiciones entre ellos (menos aún con León), ni arriesgan nunca en el pase o el regate; ante tal falta de fluidez parece lícito preguntarse por Boudebouz, Tello, Guardado y Sanabria, hombres casi todos de nivel objetivamente (miren currículos) superior. Por otra parte, ni siquiera la habitual salida de balón por Barragán funcionó esta vez, así que el Betis, pese a su alta posesión y los riesgos (bien) tomados atrás, prácticamente no se asomó por el área de Dmitrovic.

Tras el penalti y expulsión la inferioridad numérica no fue obstáculo para que el banquillo bético se atreviese a hacer lo que antes no quiso, jugar con dos delanteros, pero el resultado del 4-3-2 solo fue recibir dos goles más. La bajada de brazos del equipo fuera de casa cuando vienen mal dadas resultó de nuevo preocupante.

Jugador por jugador
Adán: Le llegaron seis difíciles y entraron cinco.
Barragán: Mal en defensa y en ataque.
Mandi: La jugada del 3-0 le afea un partido decente.
Amat: Mal, un día más, aunque trató bien el balón. Su inicio de partido fue desastroso, y no es la primera vez.
Durmisi: Lo buscaron muy poco en ataque. En defensa ni lució ni fue el problema.
García: Uno de sus peores partidos. Ayudó poco a los centrales y no dio fluidez.
Joaquín: Desacertado con balón, que es lo suyo. No tiene por qué jugar siempre.
Fabián: Empezó a jugar bien en el minuto 60.
Camarasa: Un buen balón en profundidad, pero una irrelevancia ofensiva que en un interior y en este estilo de juego es muy dañina para el equipo.
Nahuel: Curiosamente esta vez no falló un solo pase, pero siempre en zonas frías.
León: Tuvo dos muy claras y no acertó, pero el ataque de un equipo no puede basarse solo en un acierto desmesurado de sus delanteros, como hasta ahora.

Guardado, Boudebouz y Sanabria: Minutos de la basura.

Setién: La rigidez de sus planteamientos tiene tres problemas: no es adaptable a sus jugadores en mejor forma, no se corrigen los defectos (detectables incluso en la victoria), y el equipo se convierte en previsible para el rival, lo que facilita muchísimo el trabajo táctico de este. Por comparar, el dios de este estilo de juego, Pep Guardiola, dedica la mayor parte de su semana a buscar las fisuras tácticas del rival y refinar –o incluso alterar sustancialmente– su modo de juego y sus esquemas defensivo y ofensivo para contrarrestar las virtudes del rival y aprovechar sus defectos; aquí ese trabajo se ve muy poco.

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martes, 14 de noviembre de 2017

Setién, el Betis y el 4-3-3

La llegada inminente de Rubén Castro, el excelente estado de forma de Sanabria y León y el relativamente bajo rendimiento del segundo interior del Betis –descontado como primero el indiscutible Guardado– ha abierto el debate del esquema de juego en el primer equipo bético; muchos ven poco razonable dejar en el banquillo en cada partido a dos de los tres goleadores, y la solución de encajar en una banda del 4-3-3 a uno de ellos, probada con León en un par de encuentros (Valencia y Levante, en este solo en defensa), tampoco parece convincente; no la defenderemos en este blog tras haber atacado virulentamente a Poyet por aplicarle tal receta hace un año a Rubén Castro.

Es más: estamos convencidos de que el 4-3-3, defensivamente un 4-1-4-1, es en parte culpable del mal rendimiento de los béticos en defensa posicional, como ya se explicó tras el partido ante la Real en este tuit, en este enlace y en este mismo blog, fundamentalmente debido al excesivo espacio que suele quedar a espaldas de extremos e interiores, que provoca inferioridades numéricas por dentro en el centro del campo. De hecho el 4-4-2, más compacto, suele asociarse con los equipos que defienden mejor, como pueda ser el actual Valencia.

Pero ¿se traicionaría a sí mismo Setién si renunciase al 4-3-3? ¿Es igualmente importante ser fiel a un modelo de juego y a un esquema? ¿Por qué se asocia el 4-3-3 con un buen juego de posición? ¿Es imprescindible? Precisamente el autor de este blog acaba de publicar junto a Antonio Inés un largo estudio sobre este tema, resumido en estos tuits, y la conclusión es que en efecto el 4-3-3 –y ciertas variantes suyas– parece el mejor esquema para crear espacios en ataque, pero hay alternativas muy válidas (que veremos luego). Más aún: no hay razón alguna para no tomar lo mejor de uno y otro sistema y atacar con un 4-3-3 y luego defender posicionalmente en 4-4-2. Es de hecho lo que llevan haciendo años Barcelona y Real Madrid, antes liberando a sus figuras respectivas (Messi y Cristiano) de defender pese a partir del extremo, y hoy jugando un mediocampo en rombo (cuya punta es el falso delantero centro, Isco o Messi) que repliega en 4-4-2, en el caso del Barça con gran sacrificio de un punta.

Así pues Setién y Sarabia podrían plantearse o bien replegar su 4-3-3 en 4-4-2 al defender en posicional, o bien pasar directamente a un 4-4-2, como ya han hecho en algún tramo final de partido impelidos por la necesidad del marcador. En ambos casos dos de los tres goleadores natos béticos podrían aparecer por las alineaciones simultáneamente sin obligar a uno de ellos a los grandes trabajos defensivos del extremo de un 4-3-3, difícilmente cumplibles (lo confesaba León hace poco con el Betis-Valencia como ejemplo) si el rival logra cuotas decentes de posesión.

4-4-2 en ataque y defensa
Atacar en 4-4-2 tendría ciertas ventajas: una de ellas, el mal encaje de las defensas de cuatro, hoy mayoritarias en España, ante una pareja de delanteros, que puede lograr entretener a los cuatro defensas buscando los espacios intermedios entre centrales y laterales y dejar así a sus compañeros de mediocampo y defensa en amplia superioridad numérica.

Dos inconvenientes, salvables, tiene a cambio: la estructura cuadrada, con doble pivote, que espacia mal, da malas líneas de pase y tapona salidas en conducción, y jugar con un hombre menos por dentro (dos en lugar de tres), algo malo para un juego combinativo. El rombo en ataque salva ambas dificultades:



Los tres mediocampistas podrían intercambiar sus posiciones ofensivas por delante de García, al modo de Kroos, Modric e Isco en el Madrid. Inconvenientes: no hay sitio para extremos puros al estilo de Tello, y hay que ser cuidadosos al cerrar (por ejemplo, convendría que Guardado quedase en el doble pivote junto a García, aunque en ataque la punta del rombo parece mejor para Boudebouz).

Si se quiere seguir usando extremos (a costa de perder un hombre por dentro) una solución sería usar el 4-4-2 asimétrico que hemos descubierto (más bien lo ha hecho nuestro programa informático) en el artículo citado:

 

En ciertas situaciones Boudebouz podría quedar como segundo punta de esquemas de este tipo, aunque el 4-2-3-1 resultante no es particularmente de nuestro gusto, pues obliga a los extremos (¡a los dos!) a meter goles y a un trabajo desmesurado.

4-4-2 en defensa, 4-3-3 en ataque
Como decíamos más arriba, otra variante respetaría el 4-3-3 en ataque sin obligar a nuestra pareja de delanteros a grandes recorridos de retorno defensivo: sería un 4-3-3 en el que uno de los goleadores se acostara ligeramente a una banda y quedara arriba en defensa. Hace un año, cuando se polemizaba sobre cómo encajar a Castro en el sistema de Poyet, vimos alguna posibilidad (en blanco, posiciones ofensivas; en verde, las defensivas de los mismos jugadores):


Cambien algunos nombres y... voilà:


Joaquín sería ahí el falso extremo. Esta variante es similar a la que practicaba en temporadas anteriores el Madrid –con CR7 por la izquierda y Bale por la derecha– y el Barcelona de Messi y Neymar, como estudiamos aquí.

Otras variantes
Naturalmente son posibles otras muchas variantes para jugar con dos delanteros, y muchas de ellas podrían incluso retornar al 4-1-4-1 defensivo, tal vez útiles en partidos de gran posesión como el pasado ante el Levante, en el que el Betis atacó así:


En estos casos el delantero perjudicado (ahí fue León) tendrá que hacer pocas veces el sacrificio de perseguir al lateral rival.

En resumen, Setién tiene una buena razón para dar vueltas a la cabeza, pero, como han demostrado muchos entrenadores (y entre ellos el mismo Guardiola) nada obliga a jugar un 4-3-3 a los equipos que practican el fútbol de posición.

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sábado, 4 de noviembre de 2017

Betis 2 - Getafe 2 (11ª jornada de LaLiga)

BETIS (2): Adán; Barragán, Mandi, Amat (Fabián, m. 79), Tosca (Boudebouz, m. 62); Guardado, Javi García, Camarasa (Sanabria, m. 62); Joaquín, Sergio León y Tello.
GETAFE (2): Guaita; Molinero, Cala, Djene, Antunes; Portillo (Olivera, m. 88), Bergara, Arambarri, Amath (Sergio Mora, m. 80); Jorge Molina y Ángel (Fajr, m. 71).
Goles: 0-1, m. 17: Bergara. 0-2, m. 33: Portillo. 1-2, m. 67: Sanabria. 2-2, m. 86: Boudebouz.
Árbitro: Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Tan absurdamente tolerante con las pérdidas de tiempo como todos los árbitros de LaLiga.Amonestó a Cala, Javi García, Arambarri, Antunes, Djene, Amat, Fajr y Bergara.
Incidencias: 42.000 espectadores en el estadio Benito Villamarín. Noche fría y lluviosa en Sevilla, pero césped en muy buenas condiciones.

Salvó el Betis un punto gracias a su arreón final tras jugar un mal partido ante un equipo teóricamente inferior, plagado de jugadores desechados por el propio club. Ciertos problemas ya recurrentes lastraron el juego bético en diferentes fases del juego.

Primera parte
El Getafe planteó el partido según los rudimentarios pero efectivos criterios habituales en Bordalás, ya conocidos por las visitas al Villamarín de su infame Alcorcón: nulo apego al balón, equipo bien tapadito atrás, interrupciones del juego apenas era superada su línea del centro del campo, pérdidas de tiempo mientras el marcador fuese a favor y un claro 4-4-2 de líneas juntas y bastante atrasadas, con Portillo como extremo derecho, a la espera de cazar algún contraataque.

El Betis de Setién fue por su parte un ejemplo de manual del fútbol de posición: con Joaquín y Tello en los extremos –esto es, con uno de sus delanteros en plena forma en el banquillo, esta vez Sanabria–, Setién propuso su habitual 4-3-3 con la defensa muy metida en campo rival –más con el paso de los minutos y el marcador en contra–, mucho cuidado –incluso excesivo– por la posesión, extremos bastante metidos por dentro y, por fin, una buena presión postpérdida, que provocó rápidas recuperaciones y una ratio de posesión abrumadoramente favorable a los béticos a cambio del riesgo de entregar a sus centrales a frecuentes uno contra uno a campo abierto.

Pero una de las diferencias fundamentales entre el buen y el mal fútbol es el ritmo de juego, y el ultraacadémico juego de posición del Betis adoleció, una jornada más, de falta de cambio de ritmo. Hora es ya, si no lo hemos hecho muchas veces antes, de señalar claramente el origan del problema: los interiores béticos siguen sin aprovechar las ventajas que les concede la buena salida de balón que suelen producir Javi García (excelente ayer) y los centrales; Guardado anda bajo de forma física y tiene más juego de mediocampista puro que de mediapunta, y Camarasa demostró una vez más un exagerado conservadurismo en la posesión del balón que ralentiza el juego del equipo y facilita el repliegue rival cada vez que se consigue superar la segunda línea de presión. Obsérvese su passmap: se cuentan con los dedos de una mano sus pases hacia delante, y sobran dedos; además, un solo intento de regate, y fallido.


El trío trasero manoseaba sin prisa el balón una y otra vez (con buen criterio) para atraer a los delanteros y mediocentros rivales, y darles así balón y espacio a los interiores béticos, pero una y otra vez estos despreciaban el regalo y recomenzaban la jugada desde cero. Como resultado de ello y de la escasísima proyección ofensiva de Tosca, un día más la única vía de suministro real al trío ofensivo fueron las subidas de Barragán, muy fino ayer con balón, pero que obviamente no puede ser el único responsable del juego ofensivo del equipo. La única ventaja obtenida de ese juego conservador de los interiores fueron largas posesiones que encerraron mucho al Getafe, lo que hizo efectiva la presión postpérdida y resultó en una posesión (79/21%) tan desmesuradamente favorable como estéril. Por demás extremos y laterales siguieron sin coordinar bien las apariciones por dentro y por fuera de unos y otros, especialmente por la izquierda.

Como lógica consecuencia de todo ello el Betis apenas remató entre los palos de Guaita, y tuvo además la mala fortuna de recibir gol en dos de las escasísimas salidas de la cueva de los madrileños, incluido un inverosímil gol de Portillo tras rozar en Mandi.

Primer cuarto de hora de la segunda parte
El Betis se desquicia progresivamente y, con los nervios y las posiciones en el campo completamente perdidos, queda durante quince minutos a merced de un Getafe que puede sentenciar.

Media hora final: caos
Setién se decide por fin a cambiar de esquema y su equipo pasa de un ultraacadémico control del juego a un arriesgadísimo y caótico 4-4-2 (casi 4-2-4) en el que Boudebouz se escalona con Javi García como mediocentro (!), Tello y Joaquín quedan en las bandas y Guardado pasa a ser lateral izquierdo. Más adelante Javi García se retrasa a central y deja el mediocentro a Fabián.

El Betis va con todo arriba, de forma bastante desordenada y con riesgos defensivos muy evidentes, pero el ritmo a veces vertiginoso, su superior calidad individual, el empuje de la grada y el cansancio de un Getafe que (virtud del juego de posición bético) había corrido mucho detrás del balón acaban produciendo un puñado de situaciones de peligro de las que dos acaban en disparos secos (con la respectiva pierna mala, por cierto) y gol.

Jugador por jugador
Adán: El primer gol es más responsabilidad de la defensa que suya, sin duda. Por demás, poco trabajo.
Barragán: Muy bien, en defensa y en ataque.
Mandi: Alguna frivolidad que costó cara, aunque buena salida de balón, como siempre.
Amat: Muy mal partido, con el único punto positivo de un casigol al inicio. Frenó la salida de balón con controles estáticos y demasiada timidez a la hora de salir en conducción, y pasó un calvario ante la movilidad de Molina. Su miedo al uno contra uno provocó la falta del 0-1.
Tosca: Cumple aceptablemente, pero deja mucho que desear en ataque, y los laterales son ahí muy importantes ante equipos cerrados.
Javi García: Si obviamos el lunar del aparente fallo de marca del 0-1, partido enorme: magnífico en la salida de balón, que siempre hace parecer fácil pero en la que saca la ventaja adecuada de cada control y de cada pase; y muy activo en defensa.
Guardado: Sigue bajo de forma, pero la entrega y la calidad están siempre ahí. Su aparición como lateral es interesante ante equipos muy cerrados, aunque mezclaría mejor con un extremo del tipo de Tello dejando a este siempre pegado a la cal y jugando el mexicano como lateral-interior à la Guardiola.
Camarasa: Si no abandona su juego pusilánime no deberá jugar más en el puesto de interior. Por demás, el Betis debería plantearse seriamente el refichaje (mejor que la cesión) de un jugador perfecto para ese puesto y sistema: un tal Ceballos.
Joaquín: Buen partido. Hizo mucho fútbol en espacios reducidos, algo muy difícil.
León: Durante el primer tiempo los pelotazos hacia él fueron uno de los escasos modos de llevar el balón arriba. Anda en buena forma: es un desperdicio alternarlo con Sanabria.
Tello: No paró bien un solo balón. Aun así su brutal aceleración le permitió hacer cierto daño las escasas veces que encaró en el uno contra uno. Setién debe buscar el modo de pegarlo siempre a la banda, donde esa jugada sí aparece: por ejemplo, meterle detrás un lateral que se maneje bien por dentro.

Sanabria: No parece normal que un jugador que promedia últimamente un gol por partido no sea titular. Si hay que cambiar el sistema, cámbiese; próximamente dedicaremos un post al asunto.
Boudebouz: Por primera vez mostró algo de lo que atesora, aunque fuese en un puesto poco apropiado para un jugador que arriesga mucho en cada jugada –a veces demasiado, habituado a ser el fantasista del equipo–.
Fabián: Dio ritmo y continuidad al juego, y cerró bien.

Setién: Aunque la tirada a cara o cruz saliera cara, no parece razonable pegar bandazos entre un juego academicista posicional y un 4-4-2 con medio equipo fuera de su posición natural. Parece hora de que revise su 4-3-3, que tiene problemas defensivos y ofensivos.

El detalle
Joaquín y Guardado han dejado de sacar la ventaja de amagar el córner en corto que hemos reclamado aquí mil veces. Tal vez a este vídeo del maestro La Volpe le hagan más caso que a este bloguero. 

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