domingo, 24 de abril de 2016

Sevilla 2 - Betis 0 (35ª jornada de Liga de Primera División)

SEVILLA F.C.: Sergio Rico; Mariano, Carriço, Kolo, Escudero; N'Zonzi, Krychowiak; Reyes (Coke, m. 75), Banega (Iborra, m. 81), Konoplyanka (Krohn-Dehli, m. 69); y Gameiro.
BETIS: Adán; Bruno, Pezzella, Westermann, Montoya; Musonda (Cejudo, m. 51), N'Diaye, Petros (Fabián, m. 81), Dani Ceballos; Joaquín (Van Wolfswinkel, m.69) y Rubén Castro.
 Goles: 1-0, m. 66: Gameiro. 2-0: m. 80: Coke.
Arbitraje diplomático de Velasco Carballo (Comité Madrileño). Amonestó a Banega, Musonda, Pezzella, Gameiro, Cejudo, Reyes, Westermann, Escudero y Mariano
Muy buenas condiciones y casi 40.000 espectadores (unos 800, béticos) en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán.

El partido jugado esta tarde por el Betis es paradigmático de las virtudes y las limitaciones de Juan Merino como entrenador y un buen resumen de su trabajo en el Betis esta temporada. El equipo mejoró mucho sus prestaciones respecto al vergonzoso derbi de Copa de hace unos meses –justamente el primer partido del linense esta temporada–, jugó con plena concentración y rindió a un buen nivel defensivo; pero fue una verdadera nulidad en ataque, y apenas pudo aspirar a más de lo que logró: una derrota triste y digna.

Y es que Merino ha convertido al Betis en la viva imagen de lo que fue él como jugador: un gran defensor –aunque jugase de mediocampista–, entregadísimo a su profesión, concentrado siempre en el juego, inteligente en defensa, pero para el que el balón fue siempre un objeto indeseable. Plantea pues los partidos desde que llegó al equipo desde el orden defensivo y la intensidad, pero sin el menor interés en el orden ofensivo, los movimientos y los mecanismos colectivos para poseer el balón y llegar a la puerta rival. Así era el fútbol hasta los años noventa; el actual, sin embargo, conoce y entrena ya esos mecanismos, y no sólo lo demuestran diariamente los equipos de alto nivel sino, hoy mismo, el Betis B. Renunciar a eso es quedarse detrás y, lo que es peor, debajo de los demás. 

Primer cuarto de partido
Sin Vargas (lesionado) ni Molinero (por decisión técnica) en la convocatoria, y sin confianza en Varela, sorprendió Merino con la inclusión de un tercer central, Westermann, en el once. Abría esto varias posibilidades:
- Jugar con cinco atrás (los tres centrales más Montoya y Musonda o Joaquín en los carriles), opción con la que especulábamos aquí hace unos días y que podía convenir para evitar a los extremos béticos el engorro de seguir a los larguísimos laterales del Sevilla.
- Meter a Westermann como lateral de una defensa de cuatro que al atacar basculase a la derecha para salir con tres al fondo, subiendo sólo Montoya y quedando el extremo izquierdo (¿Musonda?) como carrilero en ataque. Esperar tan sofisticado y desusado mecanismo, que propuso por ejemplo el autor en un artículo publicado este verano y que utilizan la Fiorentina de Paulo Sousa o, ayer, el mismísimo Pep Guardiola, no parece realista en este Betis.
- Usar a Westermann como lateral izquierdo, lo que cegaría una banda para el ataque.

Merino no eligió ninguna de estas opciones, sino una peor aún que la peor de ellas para el funcionamiento ofensivo del equipo: usar a Bruno como lateral derecho de una defensa de cuatro, y situar a Montoya a pie cambiado, lo que cegaba, a efectos ofensivos, banda y media. La única explicación para ello ha de ser que Bruno es el más rápido de los tres centrales y por tanto el más adecuado para marcar a Reyes o Konoplyanka, pero las consecuencias ofensivas previsibles eran terribles para la salida de balón. En este contexto poco sorprende el descuido, un día más, de que Petros solapase su zona con la de Ceballos –que se vio desplazado a jugar con balón pegadísimo a la cal durante todo el partido–, o que Joaquín jugase a la derecha de Castro en lugar de caer al extremo izquierdo. En suma, Merino había construido un buen esquema defensivo, 4-4-2, y el esquema ofensivo resultante, para él de escaso interés, era este horror, de espacios espantosamente mal distribuidos:


Con semejante embudo en la banda izquierda poco pueden sorprender el grotesco heatmap general del segundo tiempo del equipo (siempre con la dirección del ataque de abajo arriba)...

 
Fuente: Marca

... o que en esa segunda parte el reparto de ataques izquierda/centro/derecha fuese 69%/22%/9% (¡¡¡¡!!!). Naturalmente, la consecuencia de este desinterés por la posesión fue que el Betis apenas tuvo posesión –y casi toda, por cierto, en los minutos finales, los de la basura–. Importa recalcar todo esto para aclarar la discusión entre los que creen que los futbolistas del Betis son (ofensivamente) muy malos, o sea, los antimaciaístas, y los que creen que no lo son tanto: según Cruyff "todo el mundo juega bien al fútbol si le das cinco metros de espacio", así que si embotellas a tu equipo en un sector reducido todos parecerán muy malos. Por demás, huelga decir que el equipo sigue careciendo de juego y movimientos colectivos, y todo se redujo pues a conducciones, regates y pelotazos.

De la motivación, la concentración y el juego defensivo del equipo, sin embargo, sólo se pueden decir cosas buenas. Bien coordinado desde el 4-4-2, el Betis nos (digamos) hizo caso y plantó de salida la presión alta que considerábamos adecuada hace unos días, lo que enfrió la salida del Sevilla (últimamente catastrófica para el Betis en el Pizjuán) y le obligó a jugar estériles pelotazos largos. Los locales turnaban a Krychowiak y N'Zonzi para meterse entre centrales en salida lavolpiana, pero no lograban alargar sus ataques gracias al esfuerzo de Petros, N'Diaye y los de arriba, pese a haber alineado a los muy ofensivos Reyes y Konoplyanka como extremos; es de suponer, por cierto, que Emery confiaba en la motivación de estos para suplir sus carencias físicas, aunque, en todo caso, los laterales béticos no les pedirían mucho retorno.

Segundo cuarto del partido
Desgraciadamente hemos de ponernos un poco holísticos y reconocer que el fútbol es todo uno, y defensa y ataque van unidos: incapaz el Betis por su parte de dar tres pases seguidos, sus ataques duraban pocos segundos, así que ni descansaba ni su presión pillaba casi nunca al Sevilla mal colocado, y por tanto el paciente movimiento del balón local atrás acabó minando las fuerzas de los presionadores béticos. El Betis hubo de retroceder veinticinco metros y montar el 4-4-2 en su campo. Ahí se vio el clásico escenario casero del Sevilla: laterales muy arriba, mucha gente en zonas de interior (sólo Gameiro y uno de los dos extremos solían ser los hombres más adelantados), movimiento de balón hasta llegar a una banda en superioridad y ocasión de gol. Hubo muchas llegadas, aunque, muy correosa la defensa bética, pocas claras. El Betis era inferior y jugaba feo, pero al menos estaba lejos de la indigna imagen de tantos derbis fuera de casa de tiempos de Mel.

Tercer cuarto de partido
Tras un inicio dubitativo el Betis intenta de nuevo irse arriba a la presión e incluso tiene, por primera vez en el partido, alguna ocasión de gol. Sin embargo el fuelle vuelve, naturalmente, a fallar, la presión flaquea y, como el equipo ahora no da el paso atrás, el Sevilla llega con peligro a la contra cuando la sobrepasa. Llega así el gol, tras un rebote afortunado.

Tarjeteado Musonda, Merino había metido ya a Cejudo en su lugar. Emery refresca extremos (de escasa resistencia ambos y muy exigidos en su sistema) y Merino a su segundo delantero.

Último cuarto de partido
El Sevilla con partidos importantes a la vista baja un poco el ritmo y el Betis gana posesión, aunque aun así cae el 2-0 tras uno de los muchísimos córneres cedidos por los béticos. A partir de ahí el balón es definitivamente del Betis, ya con Fabián por Petros (pisando inexplicablemente los mismos terrenos de interior izquierdo) y con Iborra por Banega en un Sevilla que deja pasar los minutos. Ambos equipos sacan la bandera blanca.

Jugador por jugador
Adán: Tal vez el segundo gol era parable. Por demás, seguro en general, incluso con los pies, y pocas paradas de mérito.
Bruno: Defendió bien a Konoplyanka, pero llegaba demasiada gente por su zona. En ataque, previsiblemente nulo.
Pezzella: Pese a su maltrato habitual del balón, hizo un buen partido defensivo.
Westermann: No se notó su falta de ritmo. Incluso ganó una carrera a Gameiro: tan lento no será.
Montoya: Se fajó en defensa pero por su banda era imposible progresar, y menos si eres diestro.
Musonda: Aislado en su banda, se dedicó a sus carreras con el balón pegado, que esta vez casi nunca llevaron a ninguna parte.
N'Diaye: Mantuvo cosido al equipo por dentro cuando presionaba arriba, algo nada fácil. La jugó dignamente, no más.
Petros: Esfuerzo y recorrido tremendos capitaneando la presión. En ataque, muy poquito.
Ceballos: La horrible colocación ofensiva del equipo y la brevedad de sus ataques lo condenaron a jugar pegadísimo a la banda y rodeado de mil rivales. Así es imposible. No es su culpa.
Joaquín: Más esfuerzo que resultados.
Rubén Castro: Apenas apareció.

Cejudo: El mejor del equipo con diferencia. Muy acertado con balón, metió mucho empuje como extremo derecho y protagonizó las escasas llegadas del equipo.
Van Wolfswinkel: Ausente.
Fabián: Aunque se metió en la zona del atasco, al menos dinamizó el toque. Es difícil explicarse que no jugara el miniderbi. 

Merino: Que en un partido en el que el rival llega tantísimo al área y saca tantísimos córneres Adán no hiciera una sola parada de mérito es señal del muy alto nivel defensivo que ha logrado del equipo. Para su desgracia en fútbol también hay que atacar. 

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viernes, 22 de abril de 2016

¿Un correcalles?

Ser avecina un derbi que casi todos los béticos razonables daban por perdido hace pocas semanas pero ante el que, tras los últimos partidos de unos y otros, puede abrirse cierta esperanza. Surge entonces la pregunta de cuál es el planteamiento adecuado para tratar de superar a los sevillistas: ¿alineación?, ¿esquema?, ¿plan de juego?

Los últimos encuentros de los béticos han dejado, por fin, una alineación memorizable, así que, bajas aparte, no parecen probables grandes sorpresas ahí. Serán sin duda de la partida Adán, Pezzella, Bruno, N'Diaye, Musonda, Ceballos y Rubén, muy probablemente Petros y Joaquín, y, si sus lesiones lo permiten, Vargas y Montoya.

Tal alineación deja también pocas dudas en cuanto al esquema de juego. Si bien ante un equipo que ataca con laterales tan altos como el Sevilla cabe plantearse la defensa de cinco (o de tres, según se mire), que alivie a los dos extremos del trabajo de perseguir a esos laterales, no parece probable que Merino altere sus esquemas defensivos habituales: tendría que sacar a algún jugador de ese once; hace muchísimo tiempo que el Betis no juega así; y, por último, aunque cuenta con un buen tercer central (Westermann), no tiene suplente natural para cualquier contratiempo que surgiese atrás. Supuesto pues que el Betis defenderá con un 4-4-2 (o 4-4-1-1), con Ceballos y Musonda en las posiciones defensivas de extremo, sólo nos queda rogar a Merino que Petros juegue en el lado contrario del interior canterano (o sea, que lo haga a la derecha) para que se repartan bien sus posiciones cuando el Betis tenga el balón.

Queda pues el plan de juego como gran duda. ¿Conviene esperar al Sevilla atrás o tirarse a la presión alta en campo rival? Aquí es donde hacemos una apuesta fuerte y que, aunque atente contra las costumbres habituales, tiene mucho sentido: a nuestro entender, toca hacer presión alta. ¿Por qué? Veamos.

Hay ante todo que tratar de resolver el gran misterio en torno al Sevilla de esta temporada. ¿Por qué gana siempre en casa y nunca fuera? ¿Lo justifica la mera presión del público y otros factores ambientales? ¿Hay una causa táctica? Si fuese una causa endógena, propia, probablemente ya la habrían solucionado. Nuestra hipótesis es que el modo de juego del Sevilla y el de los rivales tienen mucho que ver en ello. Esto es, el conservadurismo de los rivales en el Pizjuán ayuda al Sevilla a ganar partidos.

Pese al evidente peligro que constituye dejar metros a la espalda de los centrales para Gameiro, un futbolista muy rápido (aunque no siempre clarividente ante la portería), la mayor parte de los goles del Sevilla llegan en centros al área, sean a balón parado (tienen varios de los jugadores más altos de la liga) o en jugada de ataque. Tiene esto una explicación: el 4-2-3-1 sevillista, habitualmente con Banega como mediapunta, necesita tiempo para incorporar jugadores a posiciones de remate y, en general, de ataque. Sin ataques de larga duración no hay laterales que se incorporen a posiciones altas ni extremos que lleguen al área para el remate, lo que reduce mucho las posibilidades de alcanzar la puerta rival, y deja como único rematador al delantero, probablemente Gameiro, pues Banega suele retrasarse mucho para organizar el juego. El Sevilla necesita por ello extremos potentes físicamente, muy box tu box, que persigan al lateral y lleguen al remate, por lo que Emery ha favorecido en su alineación a jugadores como Vitolo o Krohn-Dehli frente a otros de más calidad técnica como Konoplyanka o Reyes, que no aguantan un ritmo físico alto con capacidad para llegar a las dos áreas. Vitolo no estará ante el Betis, y Emery ha llegado a echar mano de Koke (¡?) para ese puesto, lo que es bien significativo.

Evidentemente jugar a tirar la presión alta tendría sus obvios riesgos, pero también muchas ventajas para el Betis, además de la psicológica de sorprender al Sevilla en su estadio:
- Gameiro podría tirar contras, sí, pero a cambio le faltan centímetros para dar salida en largo a su equipo recibiendo pelotazos de espaldas a portería. Caso de atreverse a la presión alta será clave controlar a Banega, salida fundamental y surtidor para el francés.
- El Sevilla es peligroso a balón parado, por lo que conviene muchísimo que las faltas que se hagan se produzcan lejos del área bética.
-  El Betis tiene hoy un centro del campo de mucho recorrido, con gente como Petros, Ceballos, Musonda o N'Diaye que no tienen el menor problema en hacer los kilómetros que se necesite, y menos si andan motivados. Será el caso. Los correcalles que no convenían en tiempos de Mel, con gente como Portillo o Van der Vaart, sí proceden si cuentas con Musonda, Petros o un Joaquín liberado y en forma. Por demás si los laterales sevillistas no tienen tiempo para salir los extremos béticos tendrían un problema menos a la hora de correr hacia atrás.
- Las posibles recuperaciones altas darían al Betis opciones de contragolpe, muy valiosas en un equipo, como lo es, con problemas de elaboración de juego. A cambio, el Betis deberá tratar de alargar sus ataques en estático, algo para lo que tiene problemas, para que la contrapresión le funcione bien.
- El Sevilla está más cansado (ha jugado más partidos y jugó un día más tarde que el Betis), tiene varios lesionados musculares ya, y tiene partidos importantes inminentes, por lo que no debe sobreesforzarse con un partido descontrolado. En todo caso no parece que este tipo de partidos se le dé bien.
 
Hay que insistir en un asunto clave: controlar a Banega si, como se espera, es el mediapunta sevillista. Los sistemas de presión alta suelen tener un agujero en esa zona, pues los dos mediocentros defensores suelen ir a emparejarse con los dos mediocentros rivales, y por tanto no siempre es fácil controlar al mediapunta, como bien recordarán los béticos por el caso Rakitic en el arranque del partido del 3-3; cierto es que el Sevilla, si juega con Gameiro arriba, no tendrá un Negredo para bajarle balones. Permitir recepciones fáciles del argentino ahí y con Gameiro por delante sería peligroso. Hay maneras de impedirlas sin renunciar a la presión: sacar a un central para ese trabajo, bascular a uno de los extremos (liberando al lateral del lado contrario al balón), un trabajo inteligente y esforzado de los dos puntas que les permita presionar en inferioridad numérica, contar con mediocentros de mucho recorrido (el Betis los tiene) que realicen ayudas... Pregunten a Simeone si es posible. En cualquier caso hay algo claro: al Betis no le conviene nada en absoluto encerrarse, y para evitarlo tendrá que adelantar la defensa aunque haya de tomar ciertos riesgos.

La presión alta y el peligro Banega.
Las flechas indican algunos posibles movimientos alternativos para controlarlo.

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miércoles, 20 de abril de 2016

Betis 1 - Las Palmas 0 (34ª jornada de Liga de Primera División)

BETIS (1): Adán; Molinero (Cejudo, m. 56), Pezzella, Bruno, Varela (Ricky, m. 65); Kadir (Musonda, m. 52), N'Diaye, Petros, Ceballos; Joaquín y Rubén Castro.
U.D. LAS PALMAS (0): Raúl Lizoain; David García, Aythami, Bigas, Garrido; Montoro, Vicente Gómez; Nili (El Zhar, m. 69), Tana (David Simón, m. 46), Momo (Hernán, m. 80); y Willian José.
 1-0, m. 84, Ricky van Wolfswinkel.
Árbitro: Bikandi Garrido (Comité Vasco). Pareció querer compensar su infame partido del Camp Nou. Amonestó a Willian José y Cejudo, y expulsó riguriosamente a Aythami por doble amarilla en el minuto 41.
31.000 espectadores y excelentes condiciones en el Villamarín. 

Ha cumplido Merino su encargo sin brillantez pero a plena satisfacción: hoy ha dejado sentenciada de facto la permanencia del equipo en Primera, a cuatro jornadas del final de Liga. Para ello el Betis fue más de Merino que nunca, esto es, jugó un partido irreprochable en defensa y muy mediocre en ataque, que sólo logró desequilibrar a falta de pocos minutos y tras un tiempo entero con un hombre más.

Primera media hora 
Sorprendía la sorpresa del público bético ante el monopolio de la posesión por parte de Las Palmas en la primera parte, pues es ese bien jugado fútbol posicional el que ha traído prestigio a Setién en las últimas temporadas. Efectivamente –y pese a las rotaciones– Las Palmas cuidaba primorosamente la pelota gracias, en primer lugar, a un buen y concentrado trato hacia ella desde todas las posiciones (incluidas portería y centrales), y, en segundo, a una excelente distribución sobre el campo de sus jugadores, que siempre se mantenían alejados unos de otros en posesión, desde las distancias justas. Para esto último manejaron el completo catálogo posicional: abrían a centrales y unos altos laterales, fijaban arriba a dos extremos y un delantero centro, y escalonaban bien por dentro a los mediocentros, uno de ellos metido entre los centrales (Vicente por lo general) y el otro en posiciones de interior ciudando siempre de aparecer por el lado opuesto del mediapunta Tana, colocado levemente más arriba. Una buena movilidad por dentro y el citado buen trato individual del balón abrochaban un juego de ritmo bajo pero que alcanzaba cifras de posesión casi escandalosas (67%/33% a favor de los visitantes).

Cierto es que el Betis tampoco perdía los nervios por esa situación y se cerraba bien; de hecho, lo hacía mucho mejor que días antes ante el Celta –cuyo plan de juego es similar al de los canarios–, y muchísimo mejor que en Las Palmas hace pocos meses, cuando el equipo amarillo bien pudo golear a los béticos. Partía el Betis, como en Vigo (equipo idéntico salvo las presencias de Varela y Kadir por Montoya y Musonda), de un 4-4-2 defensivo en el que Ceballos era falso extremo izquierdo y Joaquín quedaba arriba, pisando zonas de delantero, las más veces, o de mediapunta. Cerrando bien por dentro, con Kadir y Ceballos cerca de sus laterales y las líneas juntas, los béticos no permitían acercamientos aunque rara vez saltaban a la presión alta. Los problemas venían al tratar de jugarla: a la buena presión canaria, facilitada por unos jugadores béticos muy apelotonados al perderla (la típica contrapresión o Gegenpressing), se sumaba un defecto del que hemos hablado aquí muchas veces y en el que ha incurrido el Betis esta temporada casi siempre que ha jugado con falso extremo (izquierdo): un total descuido en la ubicación (si a derecha o izquierda respectivamente) de los mediocentros Petros y N'Diaye, el primero con tendencia a pedirla en posiciones avanzadas de interior y el segundo cerca de los centrales. Se producía una vez más un muy mal reparto de zonas entre los béticos, pues en muchas ocasiones Petros y Ceballos –a veces también Joaquín– se estorbaban en el sector del interior izquierdo mientras Kadir se veía aislado en el extremo derecho. Asunto tan fácil de arreglar (vean a Las Palmas), y básicamente independiente de (no excusable pues en) cuestiones defensivas, atoraba el juego ofensivo bético.


Verde: posiciones defensivas del Betis (4-4-2); blancas, ofensivas (caóticas en las zonas interiores)


Minutos 30 al 41
El Betis adelanta líneas, sube el voltaje de su presión y comienza a recuperar balones en zonas adelantadas y a amenazar la portería canaria, aunque generalmente en acciones a balón parado. Una extraña jugada en la que el ya tarjeteado Aythami se ve implicado deja a los visitantes, un equipo bastante deportivo, con diez.

Minutos 41 al 90
Tras parchear posiciones antes del descanso Setién (además de permutar extremos) retira al mediapunta, mete a David Simón como lateral y desplaza a García al central derecho, montando así el inevitable 4-4-1. El partido se asemeja al de la primera mitad pero con los colores cambiados y el defensor con uno menos. Las Palmas trata de cuidar pese a todo la pelota.

Petros por fin sí parece jugar a la derecha de N'Diaye. Merino mete más madera sin tocar el esquema: Cejudo empuja desde el lateral y Musonda mete una marcha más, de modo que en el segundo tercio de este tiempo el Betis es ya dueño absoluto del balón. Luego el linense toma una extraña decisión: retira a su único zurdo de campo, un inoperante Varela, y deja al equipo en un raro 3-4-1-2 poco simétrico en el que Cejudo (obviamente más abierto y más arriba, Pezzella y Bruno cierran, Petros y N'Diaye (que la saca siempre entre centrales desde muy atrás) hacen doble pivote con Musonda y Joaquín en las bandas (derecha e izquierda, aunque finalmente se permutan), y Ceballos queda como trequartista con Rubén y Ricky arriba.

Las agitaciones de Musonda, que obligan a basculaciones y ayudas, minan a un cansado Las Palmas y los huecos van apareciendo, aunque las ocasiones lo hacen con cuentagotas. Un excelente pase de Ceballos da el gol. Las Palmas, agotada, apenas amenaza después la puerta de un Betis muy concentrado en defensa. Los béticos, tras el tanto, atrasaron ya claramente a N'Diaye para formar un convencional 4-4-2 con Ceballos y Petros en el doble pivote.

Jugador por jugador
Adán: Como decían las crónicas antiguas: sin calificar por falta de trabajo.
Molinero: No pasó apuros ante Momo en el uno contra uno, aunque tampoco lo encimó. En ataque, sin claridad.
Pezzella: Muy buen partido defensivo, por alto y por bajo.
Bruno: Rápido y muy activo siempre.
Varela: En baja forma (y ya es un chico de poquito físico), apenas se notó su presencia.
Kadir: Tiene calidad pero es muy pusilánime, sobre todo cerca del área. Sólo se corrigió un poco cuando fueron a cambiarlo.
Petros: A lo suyo; hiperactividad, alguna marrullería, buen trato al balón.
N'Diaye: Muy eficiente en el cierre. Debe olvidarse de los balones largos.
Ceballos: Se dispersó posicionalmente a veces, pero desde su sitio de nuevo dejó un toque de calidad de la decisiva. Tiene físico para jugar de lo que quiera.
Joaquín: Bien, sin alardes. Esta nueva posición le favorece, sin duda. A veces bajó demasiado atrás a jugar.
Rubén Castro: No dio con el gol pero combinó muy bien en la segunda parte.

Musonda: Metió mucho ritmo al partido, y eso acabó finalmente con Las Palmas.
Cejudo: Dio verticalidad y manejó bien el balón desde su lateral. El puesto le llega algo tarde, pero tal vez no demasiado. Si aprende tres cositas tácticas, condiciones tiene.
Ricky van Wolfswinkel: Por fin le llegó el gol en Liga, tras un control y remate de clase. Para eso vino, pero no nos dejaron verlo.

Merino: El equipo se ha convertido en perfecta imagen de lo que fue como jugador: fe, concentración y calidad defensiva, profesionalidad, y muy poquitas nociones sobre qué hacer con el balón. Se puede querer practicar tal o cual modelo de juego, pero cuando menos hay que tener algún plan definido para situaciones (como la de hoy) en las que el rival te entrega el cuero. Ahí Merino parece haberse quedado en el siglo XX y sus ataques caóticos dependientes de la inspiración y el impulso de los jugadores.

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domingo, 17 de abril de 2016

Celta 1 - Betis 1 (33ª jornada de Liga de Primera División)

CELTA (1): Rubén; Jonny, Cabral, Sergi, Planas; Radoja (Hernández, m. 73), Wass (Marcelo Díaz, m. 40); Beauvue (Iago Aspas, m. 42), Orellana, Nolito; y Guidetti.
BETIS (1): Adán; Molinero, Pezzella, Bruno, Montoya; Musonda (Portillo, m. 91), N'Diaye, Petros, Dani Ceballos (Cejudo, m. 64); Joaquín (Xavi Torres, m. 73) y Rubén Castro.
0-1, m. 23: N'Diaye. 1-1, m. 77: Hernández.
Buen arbitraje del joven De Burgos Bengoetxea (Comité Vasco). Mostró tarjeta amarilla a Rubén Castro, Dani Ceballos, Cejudo, Cabral, Jonny, Hernández y Orellana.
15.000 espectadores, bastantes de ellos béticos, en Balaídos. Hubo incidentes previos entre hinchas violentos. Buenas condiciones y césped.


Resultó muy interesante en lo táctico el partido de anoche en Vigo, en el que un aceptable Betis arrancó un punto que debe resultar suficiente para amarrar la permanencia. Los béticos nunca manejaron el tempo del partido y fueron muy inferiores en posesión; sin embargo, es justo reconocer que el balance de ocasiones fue muy equilibrado.

Primeros minutos de partido
La convocatoria de Merino y su alineación nos hacían temer que, como en otras salidas, el técnico bético optase por jugar con un solo delantero, un mediapunta por detrás y dos extremos; para sorpresa y regocijo de quien esto firma Merino mandó a Ceballos a la posición de falso extremo y a Joaquín a la de delantero –pues en tal posición adelantada, y no en la de mediapunta, fue donde ayer se movió el portuense–. De este modo, por fin, Merino optaba por el esquema que venimos defendiendo en este blog cansinamente desde el inicio de la temporada: un 4-4-2 defensivo que en ataque estático se transformaría en un 4-3-3 al quedar dos jugadores en zonas interiores (Petros y Ceballos) y tres hombres arriba (Musonda y los dos delanteros).

Paliaba de este modo Merino el problema posicional que comentamos tras el partido ante el Levante, aunque su sutileza no alcanzara para colocar a Petros –vuelto por fin a la alineación: falta hacía– en el lado correcto, y su ubicación a la izquierda de N'Diaye le hiciese solaparse inicialmente con Ceballos, como ya sucediese en los partidos caseros de inicio de temporada que luego llevaron a Mel al suicidio táctico.

El modo de juego del Celta solucionó a la fuerza otro de los problemas ostensibles en el Betis ante el Levante: el de la falta de plan de juego. Los vigueses juegan con Berizzo un buen fútbol posicional, de concepción colectiva, mucho toque y excelentes cambios de juego hacia sus profundas bandas; parten de un 4-2-3-1 con mucha movilidad arriba y bien escalonado en el mediocentro (Wass algo más adelantado que Radoja, Orellana en la mediapunta); gracias a ese juego los locales prácticamente monopolizaron la posesión durante todo el partido y el Betis se vio abocado al contragolpe. El tercer problema de los béticos de hace una semana, la falta de mecanismos de juego en equipo, tiene más difícil arreglo y ahondó esa superioridad en la posesión. Valdría la pena comparar estadísticamente el número de toques que suelen dar vigueses y béticos antes de pasar el balón a un compañero: mientras los locales casi siempre lo hacen a dos toques (control y pase), los béticos (pensemos en Ceballos, Petros, N'Diaye, Joaquín, Musonda especialmente...) se enredaron anoche en conducciones interminables que terminaban pronto en pérdidas. No es de extrañar pues que el Betis comenzara el partido con apuros y muy aculado cerca de su área; las largas posesiones célticas permitirían durante todo el  encuentro las subidas hasta muy arriba de sus laterales –con los consiguientes problemas de retorno para Musonda y Ceballos– y abocarían al Betis al habitual círculo vicioso de falta de opciones de pase al recuperar el balón (por estar demasiado atrás y demasiado juntos), con la consiguiente presión postpérdida efectiva y vuelta a defender en estático atrás.

Minutos 7 al 64
Petros y N'Diaye intercambian posiciones, aparentemente por iniciativa propia. Resulta este equilibrado, y aquí tan deseado, esquema (verde, posiciones defensivas; blanco, ofensivas):

Realizado en sharemytactics.com

Musonda, Rubén y Joaquín intercambian con frecuencia posiciones, aunque el portuense debería caer más a la izquierda, donde lleva más peligro y permite a Rubén pisar más el área. El Betis comienza a alargar un poco sus posesiones y a lanzar contras con cierto peligro, y marca, con cierta fortuna, en su primera ocasión clara. Durante toda esta fase el dominio territorial del Celta siguió siendo claro, pero las contras béticas, especialmente en el arranque de la segunda parte, fueron tan esporádicas como claras.

Minuto 64 al final
Temeroso tal vez de una posible expulsión, Merino retira a Ceballos pero no introduce en su lugar a Portillo, ayer su recambio natural, sino a Cejudo, provisionalmente mediapunta; y pocos minutos después se carga definitivamente el invento: la entrada de Xavi Torres, que se encaja como mediocentro a la izquierda de N'Diaye, envía un claro mensaje conservador al equipo y anula prácticamente las opciones de contragolpe. Cejudo se va a una banda y Petros pasa a situarse en una especie de mediapunta. Pese al cansancio de los locales, que habían hecho dos cambios forzados en la primera parte, el Betis ya no la tiene nunca y llegan pronto un gol anulado al Celta (ajustadísimo fuera de juego), el empate y más peligro grave. El partido acaba con ocasiones en ambas áreas.

Jugador por jugador
Adán: Resulta ya reiterativo decir que salvó el resultado, pero es cierto una vez más, sobre todo en una doble acción espectacular al final del primer tiempo. Bien con los pies, sobre todo en los controles.
Molinero: Cumplidor, como siempre. Eligió bien sus subidas.
Pezzella: Muy en su línea de discreción, buena colocación, poco despliegue y menos errores.
Bruno: Valiente, decidido y algo irregular, pero resolvió mucho trabajo.
Montoya: Cabe afearle su repetida tendencia a meterse por dentro en ataque (por jugar a pie cambiado), pero poco importa ante su impresionante partido defensivo: inabordable en el uno contra uno, hizo además magníficas ayudas a los centrales, impuso su potencia y dio el gol (aunque también concedió el empate en uno de sus escasísimos errores de marca).
Musonda: Bien, aunque no lo parezca. En los días más grises es un dolor de cabeza para el rival. Debe soltarla antes.

Petros: Es necesario porque da mucho trabajo y solidez por dentro, y porque, de nuevo, la pasa cuando y a quien debe.
N'Diaye: Bien situado –pocas veces llegó el Celta por el centro–, lució menos que en otros encuentros, pero marcó.
Ceballos: Desde el sitio en que debutó y en el que debe jugar por fin vimos su mejor versión, que es muy buena. Su zancada y despliegue le permiten salir como extremo en las ocasiones en que se necesita (en ataques rápidos) y seguir a su par del lateral. Pero, sobre todo, cuando los ataques se alargan hace estragos en el sistema defensivo rival con sus pases verticales desde la posición de interior izquierdo (pues nunca vino a estorbar la salida de balón); así, dio el pase previo al 0-1 y más tarde dejó solo a Rubén ante el portero. Su conexión con el canario promete mucho.

Estadística de pases de Ceballos anoche. Verde, acertados; rojo, fallados; amarillo, asistencias para remate. Ese acierto en campo contrario (y, atención, hacia delante casi siempre) está al alcance de muy pocos (fuente: Marca).

Joaquín: Liberado de obligaciones defensivas aportó movilidad y se asoció bien.
Rubén Castro: Por una vez, y sin que sirva de precedente, su falta de acierto ante el gol privó al equipo de la victoria. Hizo excelentes movimientos (incluidas muchas caídas a la derecha en la segunda mitad) y anda muy rápido, pese a su edad.

Cejudo: Aportó poco más que trabajo.
Torres: El sistema de castigo y premio al esfuerzo de Merino obliga a pagar el peaje de dar minutos a jugadores que, al parecer, entrenan a tope y aportan al colectivo, pero que no dan el nivel debido en el campo. Su entrada empujó al equipo hacia atrás.
Portillo: Salida testimonial que sólo sirvió para formar un lío de camisetas (Bruno llevaba puesta una suya) que dejó al equipo con diez por un rato.

Merino: El equipo no bajó los brazos nunca, pese a la dificultad del partido, a lo mucho que apretó el Celta y a tener el objetivo prácticamente conseguido. Ese, la enorma competitividad que ha inoculado al equipo, es sin duda su mayor mérito. La sutileza táctica, insistimos, no lo es. En particular, el equipo sigue sufriendo mucho para tener el balón, sobre todo por falta de conceptos colectivos.

Los comentarios son siempre bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.

domingo, 10 de abril de 2016

Betis 1 - Levante 0 (32ª jornada de Liga de Primera División)

BETIS (1): Adán; Molinero (Cejudo, m. 69), Pezzella, Bruno, Montoya; Joaquín (Portillo, m. 78), N'Diaye, Ceballos, Musonda; Jorge Molina (Ricky, m. 57) y Rubén Castro.
LEVANTE (0): Mariño; Pedro López, Medjani, David Navarro, Juanfran; Lerma (Morales, minuto 77), Simão Mate (Deyverson, minuto 84), Camarasa (José Mari, minuto 76), Verdú; Víctor Casadesús y Rossi.
Gol: 1-0, minuto 81: Rubén Castro.
Árbitro: Prieto Iglesias, navarro. Amarillas para N'Diaye, Musonda, Bruno, Pedro López, Juanfran, Morales y Cejudo.
Excelentes condiciones para el fútbol en el Villamarín ante 37.000 espectadores exigentes que sólo apoyaron mayoritariamente al equipo a partir del 1-0.

El Betis salvó anoche prácticamente su permanencia, mérito por el que habrá que reconocer debidamente a Merino, que logró inocular su carácter y su beticismo a la plantilla para dejar ese objetivo muy al alcance de la mano. Dicho esto, hay que analizar el mal partido de anoche –espantoso en lo ofensivo–, en el que el Betis fue inferior a un limitadísimo Levante, colista destacado de la categoría y ya prácticamente descendido. No es novedad ganar partidos así: si Michael Caley le dedicara atención en sus estadísticas de oportunidades de gol probablemente el colista destacado, este virtual, sería el Betis.

Minutos 1 al 78

Los levantinistas, escasos de fe a estas alturas, presentaron un equipo muy suyo, veteranísimo: ahí estaban David Navarro (a punto de cumplir 36 años), Verdú (muy cerca de los 33) y, sobre todo, Juanfran, que en verano alcanzará la cuarentena. Los valencianos jugaron como sabe y debe hacerlo un equipo así: muy juntos –para disimular con ayudas la falta de velocidad para el uno contra uno–, más bien metidos atrás que arriba, cerradísimos por dentro –a cambio de dejar grandes pasillos por las bandas– y tratando de cuidar en lo posible la posesión. Con dos delanteros, defendían en 4-4-2 pero sus mediocentros se escalonaban en ataque: Simão Mate quedaba como el más posicional –levemente echado a la derecha: sutil error– y Camarasa se situaba algo por delante; Verdú, como falso extremo –la única posición que cabe en este sistema para un jugador así, y que reclamamos para él mil veces en este blog la ominosa temporada de los 25 puntos–, tenía libertad en ataque para meterse por dentro, y Casadesús aprovechaba para caer al extremo izquierdo.

Merino recuperaba a Bruno, Joaquín y Molina para montar una vez más un 4-4-2 con dos delanteros (imprescindible en un equipo con tan poca llegada al área rival) y con dos extremos puros (¿por qué?). Tal alineación, con Montoya a pie cambiado –lo que estrecha el campo útil– y unos Pezzella y Bruno –a pie cambiado también– incapaces de sacar la pelota en conducción, hacía adivinar problemas en la salida de balón. Pero mucho peor fue la falta de elaboración de juego en el segundo escalón; el Betis repetía el esquema ofensivo aquí tantas veces visto bajo Merino: con N'Diaye muy cerca de los centrales, sólo Ceballos la pedía por dentro, además con tendencia a buscar la zona cómoda a los costados de sus propios centrales, de modo que el equipo quedaba organizado en una especie de inmenso círculo sin apenas jugadores que la pidieran en zonas de interior, más que el volante canterano y, esporádicamente, alguno de los cuatro de arriba. Si la idea era que estos (los dos delanteros y los dos extremos) hicieran uso de esos espacios y alborotasen así el sistema defensivo rival, ni los aprovecharon con la frecuencia debida ni es esa la mejor posición para, por ejemplo, Musonda (tal vez el que más apareció por ahí), más dotado para el uno contra uno que para el toque colectivo. Como efecto secundario, tampoco había segunda línea para recoger rechaces en segundas jugadas.




Además de este problema posicional el Betis de Merino tiene otros dos graves. El primero es que carece de plan de juego: ni juega a taparse y contragolpear; ni intenta un juego de posesión y contrapresión estilo Barcelona (pierde pronto la pelota, por lo que cuando presiona sus jugadores están muy lejos del balón, y por tanto llegan tarde y mal); ni tiene equipo para intentar un juego físico de ritmo alto y segunda jugada, a la bilbaína; ni tan siquiera sabe, al menos, estudiar al rival para obligarlo a jugar a contraestilo, algo que Mel y Ríos hacían con diligencia. El segundo es que carece de los más elementales mecanismos colectivos de ataque, no ya para jugar como un equipo de Guardiola, sino para al menos dar un cierto sentido de equipo al juego; nadie la pide por dentro, nadie la pasa a uno o dos toques, ni siquiera hay ya movilidad ofensiva; y por tanto el espantoso juego se reduce a pelotazos largos y conducciones en posiciones completamente absurdas, como los intentos de regate de N'Diaye en zonas de mediocentro (con un rival encima) o de Ceballos a cincuenta metros de la puerta rival y con once rivales por delante, propios, sí, de juveniles.

Incapaz pues, un partido más, de progresar por dentro (reparto de ataques por izquierda, centro y derecha: 46,6%, 12,5%, 40,9%) la presencia ayer de dos delanteros y las autopistas que dejaba el Levante por los costados, especialmente por el de Verdú, dieron al Betis cuando menos un modo de tratar de llegar a puerta: sacar el balón por banda y colgarlo al área. Los centrales levantinistas dominaban sin embargo el juego aéreo.
  
 Heatmap del Betis en la primera parte.
 Sentido de ataque: de izquierda a derecha.

En defensa el Betis pasaba relativamente pocos apuros, aunque fuese a base de un enorme desgaste físico en hombres como Musonda o Ceballos y aunque llegasen, con cuentagotas, ocasiones levantinistas. Verdú, curiosamente apenas encimado por sus excompañeros (como si no conocieran su buen pase y su absoluta incapacidad para irse por piernas de nadie), daba cierta fluidez –pero también lentitud– al juego visitante, y la movilidad de Rossi y Casadesús encontró algunas fisuras por las que llegar a Adán.

El paso de los minutos desorganiza al Betis, partido por la mitad y ansioso por llegar al gol. Merino poco soluciona: permuta extremos al descanso (algo que favorece a un Joaquín que mejora a pie cambiado porque ha perdido velocidad), cambia cromos arriba (Ricky, tras seis partidos sin ser siquiera convocado (¡?), entraba por Molina) y luego, forzado por lesión de Molinero, da un cariz más ofensivo a la banda derecha con Cejudo.

Minuto 78 al final
Nos gustaría pensar que la entrada de Portillo fue una solución de Merino para mejorar el juego interior, pero el detalle de que el malagueño ocupase la misma zona que Ceballos (casi siempre a la izquierda de N'Diaye a esas alturas) nos hace pensar más bien que tiró de lo que pudo; es el caso que de inmediato el Betis canta bingo tras una arrancada de Cejudo y un balón más a la olla que, afortunadamente, cayó en la cabeza adecuada.

Rubi, tarde, mete en el campo lo que no quiso antes (Deyverson, por ejemplo). A partir de ahí el Betis se dedica al bilardismo: nervios, pelotazos sin sentido, cruces a muerte, recogepelotas que no devuelven el balón, y objetivo cumplido.

Jugador por jugador
Adán: Pocas intervenciones comprometidas, pero bien resueltas.
Molinero: Cumplió, pero debió aprovechar mejor que casi nunca tenía rival delante, ni en defensa ni en ataque.
Pezzella: Muy bien en defensa –suele ganar los cruces incluso cuando llega tarde–, sólo aceptable con balón.
Bruno: Dejó ver ciertos nervios pero ganó los duelos.
Montoya: Es muy buen lateral, y por ello cumple incluso a pie cambiado, aunque ahí busque demasiado zonas interiores.
Joaquín: No está para noventa minutos. Demasiado cómodo.
N'Diaye: A su despliegue físico suma muy buena colocación defensiva, con muchas ayudas y relevos, aunque como futbolista africano seguirá siendo víctima de prejuicios en este sentido. En ataque es víctima también, pero del caos ofensivo provocado por Merino.
Ceballos: Al igual que N'Diaye, la absoluta desorganización ofensiva del equipo –a la que él contribuye, dicho sea de paso– impide que saque provecho de sus condiciones para el puesto. Correr corre, y mucho.
Musonda: Gran partido, aunque luciera poco. También corrió hasta la extenuación.
Molina: Lentísimo, quedará siempre la duda de si su temporada habría sido mejor con cuatro partidos seguidos para coger la forma. Nunca llegó al remate.
Rubén Castro: De él está ya casi todo dicho. Tal vez el peor pecado de Macià haya sido no contratar a nadie que pueda sustituirlo: si se hubiese resfriado o los juzgados españoles fuesen más diligentes tal vez el Betis estaría ahora descendido.

Ricky van Wolfswinkel: No mejoró a Molina, y no era difícil.
Cejudo: Su determinación y potencia le permitieron aprovechar un agujero del sistema rival. Por ahí llegó el gol.
Portillo: Hizo poco, pero bien.

Merino: Su admirable entrega y su beticismo han dado al equipo su única virtud actual: la entrega. Con ella más Adán y Rubén Castro se va a lograr la permanencia. Desgraciadamente, y lamentamos decirlo, no parece tácticamente capacitado para dirigir a un equipo de este nivel.

El detalle
Pases de Verdú durante el partido de ayer. Sentido del juego: de abajo arriba.
Verde: exitosos. Rojo: fallados. Amarillo: pases para remate. Fuente: Marca.

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domingo, 3 de abril de 2016

Atlético de Madrid 5 - Betis 1 (31ª jornada de Liga de Primera División)

ATLÉTICO DE MADRID (5): Oblak; Juanfran, Lucas, Monsalve, Filipe Luís; Saúl (Thomas, m. 68), Augusto (Kranevitter, m. 77), Gabi, Koke; Griezmann y Torres (Correa, m. 63).
BETIS (1): Adán; Molinero, Pezzella, Westermann, Montoya; N'Diaye, Ceballos; Musonda (Xavi Torres, m. 70), Fabián (Kadir, m. 48), Cejudo (Damião, m. 59); y Rubén Castro.
Goles: 1-0, m. 36: Torres. 2-0, m. 41: Griezmann. 3-0, m. 65: Juanfran. 3-1, m. 78: Rubén Castro. 4-1, m. 80: Griezmann. 5-1, m. 90: Thomas.
Árbitro: González González (Comité Castellano-leonés). Amonestó a Koke, Pezzella, Kadir y Xavi Torres.
Incidencias: 54.900 espectadores (lleno) y buenas condiciones para el fútbol en el estadio Vicente Calderón, con amplia presencia de béticos.

Fútbol de mentira, fútbol de verdad
Quien haya jugado en cualquier liga de fútbol de barrio –en cualquiera de sus variantes– conoce a cierta especie de futbolista que cuando su equipo recupera el balón corre hacia atrás para pedirlo cerquita de los pies de sus defensas, lo usa para encarar rivales al grito de "¡házsela!" ("¡ársela!" en Sevilla) de sus compañeros, generalmente sin avanzar un solo metro, y defiende corriendo hacia el balón como si no hubiera mañana. Con dos o tres así enfrente, el rival sabe que el partido está ganado: sólo hay que defenderlos escalonadamente (si sale de un regate llegarán dos compañeros a ayudar: tiempo da), pasarla a dos toques y esperar a que desesperen.

El Betis tiene muchos de esos futbolistas inmaduros, de fútbol tan entrenido como estéril para el nivel profesional. No se explica el aficionado bético cómo un equipo que la toca tan bien como lo hacen Ceballos, Fabián o Kadir no llega nunca a puerta, y un rival con estrellas como Gabi, Monsalve, Juanfran, Lucas o Saúl le mete cinco y le hace otras seis ocasiones claras. Ocurre que los béticos manosean el balón en zonas frías, no pisan nunca el área rival y dejan metros a sus espaldas cuando defienden –o roban o se borran–.  Los del Atlético sin embargo corren para adelante cuando tienen el balón, recuperan la posición cada vez que alguien amaga con romperle una línea y llegan en tropel al área rival –véase el 3-0, del lateral Juanfran, entre mil ejemplos–.

Bien está que Merino y algunos jugadores culpen a la intensidad de la derrota, pero conviene recordar que la táctica de (disculpen) "huevos, huevos" tiene muy poquito recorrido; que Simeone empezó ganando con ella, pero si sigue ganando años después es por un buen trabajo táctico: cuándo presionar y cuándo no, cómo bascular lateralmente en defensa, cómo moverse cuando la pelota la tiene el rival y cómo cuando la tienen los tuyos, cuándo aparecer por el área rival. Mucho tiene que aprender el Betis: en continuidad de un proyecto –los atléticos llevan años con los mismos en el organigrama; los béticos lo cambian de arriba abajo cada año–, en confección de una plantilla con un físico competitivo, y en ese trabajo táctico dirigido por gente capaz.

Minutos 1 al 35
La primera media hora larga del partido, con ser buena para el Betis dados los antecedentes de unos y otros, revela ese estado de cosas. El Atlético presionaba tímidamente y cuando le convenía desde el habitual 4-4-2 (con dos delanteros de verdad) y con el bloque a media altura, esto es, sin pestañear porque el Betis la tuviera en zonas frías. A medio gas, plagado de suplentes y con la cabeza en su próximo partido de Champions ante el Barcelona, el local permitía posesiones largas e inocuas de un Betis en teórico 4-2-3-1, en el que N'Diaye se metía entre centrales en la salida, Ceballos (mediocentro ofensivo) y Fabián venían muy atrás a tocarla y Rubén Castro, supuesto delantero, la pedía en posiciones de mediapunta. Una típica jugada bética consistía en lucidos toques en la zona trasera, con Ceballos por detrás de la primerísima línea defensiva atlética (Torres y Griezmann); tras ágiles combinaciones Rubén recibía a la altura de la segunda línea defensiva (el mediocampo atlético) y le devolvía hacia atrás una vez Augusto y Gabi le apretaban y superaban su posición; o sea, el delantero bético jugaba de espaldas a portería y con nueve rivales por detrás. Huelga decir que nadie pisaba el área rival.

El Atlético la tenía poco, y menos le importaba. Cuando atacaba en estático, sin gran resultado, Augusto se metía entre centrales y los laterales, como siempre, obligaban a los extremos béticos a correr mucho hacia atrás (¿no es mejor una defensa de cinco ante esto?). Pero los locales preferían hacer su juego de toda la vida: llegadas a balón parado, o recuperación en mediocampo y salida a toda velocidad y con mucha gente. Obsérvense los heatmaps de esos primeros 35 minutos: dónde la tocó el Betis y dónde el Atlético en ese periodo.



Heatmaps respectivos de Betis y Atlético en los primeros 35 minutos de partido.
El sentido del ataque de ccada equipo es de izquierda a derecha.

Tras media hora sin apenas llegadas (pero todas de los locales) llegan dos goles atléticos, por supuesto uno a la contra y otro en un balón a la olla.

Minuto 35 al final
El Betis, inferior hasta entonces pese a poner toda la (famosa) intensidad de que es capaz, baja los brazos y queda convertido en un pelele en manos de los atléticos, llegando incluso a hacer el ridículo en ciertos tramos. Los locales, goleando y con su partido del año a la vista, no se relajan y buscan un gol tras otro.

Jugador por jugador
Adán: Que tras recibir cinco goles –incluido uno tras cantada comprensible pero inexcusable– resulte ser uno de los mejores del equipo es revelador.
Molinero: Aceptable con balón, impotente en defensa.
Pezzella: Aunque algo lento y pese a todo, hizo un partido aseado.
Westermann: Mal. Intervino poco y cerró mal cuando tuvo metros detrás.
Montoya: A pie cambiado, al menos la tuvo.
Musonda: Obligado a un recorrido exagerado (véase el 3-0) y siempre muy vigilado, poco hizo.
N'Diaye: Impreciso y superado por exceso de trabajo.
Ceballos: El partido y el rival retratan su inmadurez. Volvió a su zona de confort a la izquierda de Westermann para tocar el balón, y desde allí tocó y regateó con tanta brillantez como inutilidad.
Cejudo: Su eslálom del inicio de la segunda parte es significativo de la absoluta inferioridad táctica del Betis: una heroica jugada en la que regatea apuradamente a tres o cuatro rivales acaba con diez rivales por detrás del balón. Por demás, apenas apareció.
Fabián: Nada.
Castro: La tocó bien pero lejísimos de la puerta rival, cosa curiosa cuando eres el único delantero. Otro gol.

Kadir: Ni siquiera su fútbol pinturero habitual.
Damião: Poco hizo, pero al menos había uno más arriba. Contra el Levante, titular indiscutible.
Torres: Cumplió en minutos de la basura.

Merino: Está muy bien rasgarse las vestiduras por la falta de coraje del equipo en la última hora, pero también hay que hablar de fútbol, y eso se supone que es cosa, sobre todo, suya.

El detalle
Los mismos que hace tres partidos aspiraban a la Liga Europa ahora ven al equipo descendido, cuando simplemente han sucedido un partido desafortunado y dos derrotas completamente previsibles.

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